lunes, 29 de abril de 2013

Capítulo IV

Eran las cuatro de la mañana, y Riss no podía dormir. Parecía sonámbula, levantándose a las tantas de la madrugada y paseándose sin rumbo por los pasillos oscuros de la casa.
Ella llevaba días sin dormir, gracias a la discusión que tuvo con Jake. Echaba de menos las conversaciones de aquellas noches, en las que dormía recordando esos mensajes, y como se han acabado, está demasiado deprimida. No sabe por qué, pero de un día para otro, se fueron sin más, como la arena de la playa cuando hay una fuerte ventisca.
Abrió la nevera, y cogió todos los dulces que vio, porque cuando está triste, tiene hambre.
Dulces, dulces, dulces.
Dos tabletas de chocolate con nueces, una botella de batido de fresa. Con eso, podría subsistir toda la noche.
Subió a su cuarto, y en su cama con la lámpara de noche se puso a comer.
Riss tiene 17 años, y está estudiando Bellas Artes. Pero tal y como está con la relación Jake-Riss, no le va a ir muy bien en el futuro. Antes al menos estudiaba, aunque suspendiera, pero, ¿ahora? Nada. Ahora no tiene ni ganas. Antes tenía pocas, pero ahora...ni pizca.
Cuando se fue a dormir, o intentarlo al menos, volvió a mirar los mensajes que se enviaba con Jake. Se le empañaban los ojos, tenía ganas de decirle que lo sentía, no sabía el qué pero cualquier cosa daba igual en estos momentos, por amor se hacía cualquier cosa y ella le diría lo que fuere por recuperarle. Y decidió llamarle. Era cosa de vida o depresión.
Marcando las teclas, con sus lágrimas recorriendo sus mejillas, marcó la tecla verde.
``El móvil al que llama, se encuentra apagado o fuera de cobertura. Si lo desea, puede dejarle un mensaje después de la señal, *piiiiiii*´´.
Colgó.
-Tal vez, esté durmiendo, son las cinco menos cinco de la mañana.-Pensó.

A la mañana siguiente, en casa de Jake.

*Pi, pi, pi. Pi, pi, pi. Pi, pi, pi* Un sonido alarmante no dejaba de molestar a Jake en sus profundos sueños. Un intenso sonido que amargaba la existencia de Jake en esos momentos.
Riss. Sueños. Amor. Besos. Te quieros. Corazones. Lágrimas. Sonrisas. Sonrisas. Lágrimas. Riss de nuevo. Te quieros, te amos, más amor. RISS.
Todo se le venía a su mente según abre los ojos, después de esa noche intensa durmiendo. Eran las 07:05 a.m.
Fue al baño, se lavó la cara, y se miró al espejo, y se preguntó:
-¿Qué tontería estoy haciendo? Voy a perderla para siempre.
Se bajó a desayunar a la cocina, donde estaba su hermano Cody haciendo las tostadas, como le gustaban a Jake.
Rebanada tostada de pan Bimbo. Aceite. Sal. Perfección y derivados.
A Jake no le gustaban las tostadas como a la mayoría de las personas, con azúcar. Él era especial, diferente, perfecto para Riss. Le gustaban con sal.
Jake, encendió el móvil mientras desayunaba. Necesitaba ver algún mensaje de Riss. Pero, ¿Cómo y por qué iba Riss a mandarle un sms después de haberla pedido un tiempo? Lo lógico es que esté enfadada, y triste.
Recibe la llamada perdida de un número de móvil. Desconocido. Lo que él no sabía, es que era el de Riss, pero como se cambió de móvil hace aproximadamente dos semanas, pues no guardó todos los números, porque los perdió. Lo que era un delito, era no saberse el número de su chica.
-¿Y esta llamada? ¿De quién será?-Comenta Jake a Cody, sin venir a cuento.
Estaba desesperado por oír la risa, la voz, el tono, de la joven Riss. Llamarla. Teléfono. Ahora.
Tecleó 628...y marcó descolgar.
-¡Comunicando! ¡Imposible!- Gritó Jake, como si una bomba acabara de explotar.

Dos minutos antes, en otro barrio de allí.

Estaba igual de desesperada que Jake en hablar con ella, por lo que decidió llamarle.
Tecleó 667... y llamó.
-¡Comunicando! ¡Mierda!-Gritó Riss en su habitación.
Su madre corriendo, fue a su cuarto y gritó:
-¡Riss! ¡¿Estás bien?!
-Sí mamá. ¿Qué pasa?-Contestó Riss extrañada.
-¡Has pegado un grito que parecía que te estaban pegando o algo! Qué susto. ¿Por qué has gritado cielo?-Preguntó su madre, aún más intrigada que Riss.
-Oh, por eso... nada mamá, nada de verdad. Es que serán las hormonas, no ves que estoy en pleno desarollo...
-Sí hija sí, con 17 años y en pleno desarrollo, ¡ja! Pues cuando quieras me cuentas, si es que quieres.
-Vale mami, espera sentada por favor.-Y hace un guiño pícara.
Su madre riendo se fue, y la dejó que siguiera con sus fantasías de cría, a pesar de tener 17 años.

Al mismo tiempo, en casa de Jake.
-Cody, está comunicando. ¿Qué he hecho yo?
-Mira Jake, voy a serte sincero. Yo lo que pienso, es que Riss está confusa. Esta mañana, la vi acaramelada con Bryan en el recreo. Creo que se traen algo, y por eso, no te reclama a pesar de que lo pasó mal cuando la pediste un tiempo, hace un mes. Ella lo ha pasado mal, porque somos amigos y me lo cuenta y tenía que olvidarse de ti, si no, iba a estar amargada siempre. Decidió buscar la felicidad en otro sitio, porque tal vez contigo no era ese lugar. O sí, pero no lo dejaste fluir. En este mes en que la pediste un tiempo, ella se ha fijado en otro, aunque siga sintiendo cosas por ti, y tú si tanto dices que la quieres, se ha descuidado, yo que tú estaría pendiente porque si ese tío intenta enamorarla, va perfectamente encaminado y tú en cambio, vas genial, pero para perderla. Ponte las pilas chaval.

Eran las 08:20 a.m., y entraban a las 08:30 a.m. de la mañana, por lo que Jake en esos momentos tras oír ese precioso argumento de su hermano mayor, dejó el colacao en la mesa y salió en busca de Riss, por si por suerte podía encontrarla sola antes de que se ''acaramele'' con Bryan antes de entrar a clase, pero llegó tarde. Riss estaba ahí, tonteando con Bryan, ese tío al que todo el mundo le tiene un cierto ''asco'', por ser como es. Chulo, prepotente, y guapo. O así es como lo veía Jake.


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